¿POR QUÉ NOS LESIONAMOS?  ESTAS SON LAS CLAVES PARA EVITARLO.

El dolor muscular forma parte de nosotros. El dolor es necesario y nos avisa de que algo no marcha bien y nos protege de un problema mayor como una rotura muscular o una tendinitis. Debemos entender que los músculos no funcionan de forma independiente. Cuando un músculo se contrae (encoge), simultáneamente otro se distiende (estira) ambos de forma sincronizada y conjunta. Como en un balancín ese equilibrio es fundamental para mantener nuestro cuerpo saludable y en forma.

Este sencillo ejemplo nos vale para entender que a la hora de movernos necesitamos ser armónicos y conscientes de cómo usamos nuestro cuerpo.

Para conseguirlo es necesario que nuestro cerebro entienda el movimiento que queremos realizar para mandar la orden correcta a nuestros músculos. Por ello, la práctica de cualquier ejercicio físico requiere de un aprendizaje previo.

A la hora de realizar por primera vez un deporte nuevo, siempre es recomendable la ayuda de un preparador físico titulado. Durante el proceso, nuestro cerebro analizará los nuevos movimientos que se realizan y preparará a nuestro organismo para repetir los gestos deportivos utilizando correctamente este “balancín muscular”. A este complejo sistema se le llama sinergia agonista-antagonista.

¿Por qué se produce el dolor muscular?

El dolor muscular se produce cuando hay un desequilibrio en la sinergia agonista-antagonista.

El desarrollo de trabajos repetitivos en los que el operario realiza siempre el mismo gesto, tiende a inclinar el balancín hacia un lado. Se usarán siempre los mismos músculos (agonistas) que cada vez estarán más sobrecargados, doloridos y acortados, mientras que los músculos contrarios (antagonistas) cada vez estarán más débiles alargados y también doloridos.

El fisioterapeuta debe conocer el gesto laboral que provoca el dolor para entender qué músculos están fallando y poder tratarlos. Además es fundamental explicar al paciente lo que está pasado y que lo entienda, para así tomar conciencia y evitar que siga haciéndose daño.

Para ello es importante hacer estiramientos, cambiar la postura, fortalecer otros grupos musculares mediante ejercicio y por supuesto que el fisioterapeuta trate el dolor mediante terapia manual, punción seca, terapia miofascial y todos aquellas terapias orientadas a mejorar la movilidad, relajar los tejidos y mejorar la circulación de la sangre.